El “fenómeno” de la década
de los cuarenta que suscitaría ríos de tinta, fieles y detractores, acontecerá
en 1947 cuando la “humorada cómico-lírica” La Blanca doble, se lleve la
palma no sólo por su inusitado y extraordinario éxito sino por las críticas
vertidas en su contra desde todos los ámbitos del régimen franquista,
especialmente morales y religiosos. Y es que esta pequeña pieza maestra en su
género, se convirtió, junto con La corte de Faraón, en la bestia negra
de los censores teatrales. No bastó con que fuera prohibida, sus números
censurados o sus parlamentos recortados, el público seguía asistiendo fiel a su
representación. “Tigresas”, “Encaje de bolillos”, “¡Ay, qué tío!”, “Moreno
tiene que ser”, “Los texanos”, “Agua de la fuentecilla”, el “Bugui-bugui”
o “Las bomboneras” son números todos ellos tarareados por el público de la
época una y otra vez.
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