Al finalizar la Guerra Civil, don Eusebio
volvió a casa, era el momento de replantearse el futuro de la familia, por lo
que Fernando aprovechó para notificar a su padre su afición por el teatro que
ya estaba totalmente decidida, pero éste en principio, no quiso ni oír hablar
de ello.
Fue tal su insistencia, que don Eusebio decidió consultar con un
sacerdote ya que no aprobaba la afición artística del benjamín de la familia y
no sabía como resolver el problema. El sacerdote le aconsejó que dejara a su
hijo hacer una primera incursión en el mundo artístico para que probara, que
seguramente se daría cuenta de lo dura que era esa profesión, se le pasaría esa
locura y volvería a casa como el hijo pródigo.
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